El SAONA es un Beneteau Oceanis 411, construido el año 2001 en Francia. Es un velero oceánico, lo que se traduce en seguridad, comodidad y gran habitabilidad. Con 12,34 metros de eslora, tiene tres camarotes dobles y dos baños.
Al entrar es difícil no enamorarse de su interior, cálido y acogedor. La distribución es simplemente perfecta y los acabados en madera le dan un toque marinero y elegante. El espacio principal lo presiden una mesa rodeada de sofás en la banda de estribor y una cocina totalmente equipada en la banda de babor.
En cuanto a su exterior, tiene una amplia bañera con una mesa central que acoge cómodamente a toda la tripulación. En la bañera es donde solemos compartir todas las comidas a bordo y donde nos resguardamos del sol de verano.
Respecto al equipamiento de seguridad, el SAONA cumple con todos los requisitos de seguridad españoles. Tiene chalecos salvavidas para niños y adultos, tres botiquines, un aro salvavidas, seis extintores, bengalas y cohetes…
El SAONA no va a ninguna parte sin su conexión con tierra firme, una embarcación auxiliar de 2,80 metros de eslora con un motor de 5 CV.
Y tiene una historia curiosa.
En 2018, le dije a Marc que, si algún día teníamos un barco, me gustaría llamarlo SAONA (es el nombre de una cala en Formentera). Unos meses después, buscando por internet, encontramos un barco en Bélgica, sospechosamente barato y sin fotos. Sin dudarlo le preguntamos al armador si nos podría mandar alguna foto para hacernos una idea del estado del barco, ya que en aquél entonces nuestro presupuesto era muy limitado y no podíamos invertir en mejoras. “Es como todos, si lo queréis ver tendréis que venir”, fue su respuesta. Así que a los pocos dias estábamos en un vuelo rumbo a Bruselas. Llegamos al puerto de Blankenberge, y no sólo resultó que el barco estaba impecable, sino que se llamaba SAONA. Fue un auténtico flechazo. Amor a primera vista. Desde entonces es nuestra casa flotante, donde Oli y yo vivimos todo el año.